La seguridad es un aspecto esencial cuando viajamos en automóvil, especialmente si están a bordo los más peques de la casa. En muchas ocasiones, las prisas nos hacen no darnos cuenta de detalles concretos que ponen en peligro la seguridad de nuestros hijos. Por ello, hoy os damos algunas recomendaciones a tener en cuenta para llevar a los niños en el coche con seguridad:
– Por debajo de 1,35 de altura los niños deben viajar en la parte trasera del coche. No pueden ir en el asiento delantero hasta que no se superen o los 18 años de edad o los 135 centímetros. La única excepción a esta regla es si todos los asientos de atrás están ya ocupados por sillas para niños. En este caso el niño podrá sentarse delante, pero en una silla homologada y adecuada para su altura y peso.
Asimismo, hasta que los niños alcancen esta altura de 135 centímetros tienen que viajar en una sillita homologada.
– Cada silla se coloca según sus instrucciones. No es obligatorio montar las sillas en una u otra dirección (en el sentido de la marcha o al contrario), debemos fijarnos en las instrucciones de esa silla en concreto. La única excepción es si la silla se pone en un asiento delantero y el airbag no está desactivado. En este último caso está prohibido que la silla vaya en el sentido contrario a la marcha.
Si no lo especifica en las instrucciones, normalmente, las sillitas infantiles colocadas en sentido contrario a la marcha son más seguras.
– Es importante elegir un sistema de retención infantil adecuado a la edad y la altura del niño.
– La sillita del vehículo debe ir perfectamente ajustada al anclaje. Antes de ponernos en marcha, es fundamental comprobar que los arneses y el cinturón no estén retorcidos u holgados.
– ¿No sabes cuándo tienes que cambiar de silla del coche? Hay que tener en cuenta que la cabeza del niño nunca debe asomar por encima de respaldo. Cuando ocurre esto, es necesario pasar a una silla mayor.
– No dejar el abrigo puesto a un niño en el coche. A lo mejor no nos parece para tanto, pero esta decisión puede ser muy peligrosa para él. El abrigo funciona como una barrera ficticia entre el niño y el cinturón. Apretamos el arnés, pero en realidad lo apretamos sobre el abrigo, el resultado es que el arnés está suelto. Queda espacio suficiente para que el niño salga despedido del vehículo si sufrimos un accidente de tráfico.
